
Con el inicio del curso escolar vuelve la necesidad de recuperar las rutinas. Se acabaron los horarios relajados, el picar a cualquier hora y el trasnochar. Para los niños, es fundamental volver a las cinco comidas diarias, no olvidando el desayuno y la merienda, ya que son ingestas fundamentales a lo largo del día. El primero para empezar la jornada con fuerza y el segundo para no llegar hambrientos a la cena.
Los niños están creciendo y se mueven mucho por lo que es habitual que las referencias a la alimentación sean muy frecuentes. Por la mañana, una de las primeras frases que los padres escuchan es: “El desayuno, que tengo hambre”. Ya en la escuela, el ritual infantil sigue con la cantinela “Y tú que llevas?”, seguido del popular “Déjamelo probar que yo también te doy del mío”. Al finalizar la clase y salir a la calle en busca de los padres , los niños suelen lanzarse sobre sus progenitores al grito de “Y qué hay hoy para merendar?”.
Es probablemente por ello, que una parte de los recuerdos de nuestra infancia están vinculados a momentos como estos. A sensaciones, a olores y a sabores que nos acompañan. El bocadillo de pan tierno, el chocolate deshaciéndose en la boca o aquel bizcocho que tanto nos gustaba. También aquel instante especial en el que nos llevaban a la panadería para poder escoger lo que más nos gustase o en el que nos sentábamos en una cafetería para tomar algo como si fuéramos mayores.
Granier lo sabe y ahí está, junto a los padres, como un buen aliado. Los adultos, esos grandes expertos en hacer todas las combinaciones posibles, dulces y saladas, saludables y buenísimas, nos tienen a su lado. Innovando y con calidad. Ñam!!